• Patologización: práctica psico-médica, legal y cultural de identificar un rasgo, individuo o población, como intrínsecamente desordenado”. De este modo la existencia de las personas trans* queda marcada como inherentemente patológica por el simple hecho de existir. Estos discursos se legitiman y constituyen violencias estructurales para la comunidad en general e impactan en las políticas públicas, la legislación y sin duda, en la vida de las personas trans*.
  • De allí la importancia de inclusión del colectivo trans* en el diseño de políticas públicas y sanitarias que generen paradigmas respetuosos para la misma población. 
  • Muchos discursos cis-heteronormativos continúan marcando a la población LGBTIQ+ como “anormal” generando estigma en la diversidad de género.
  • La OMS recién en el año 1990 eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, y hace algunos años en 2018 eliminó la transexualidad de su lista de enfermedades mentales para incluirla dentro del epígrafe “condiciones relativas a la salud sexual” que continúa reforzando la idea de normalidad/anormalidad bajo la concepción de “incongruencia de género”.
  • “Nada de nosotrxs, sin nosotrxs” como refuerzo de pensarnos e incluirnos en los diferentes ámbitos de la sociedad, para que podamos trans-formar los distintos espacios que tanta violencia y rechazo nos han dado. 

La patologización de las personas trans es una forma de violencia estructural. Esta práctica pone en duda e invisibiliza la misma existencia de esta comunidad

Estas prácticas que se reproducen en áreas como la psicología y la psiquiatría se fundamentan en discursos pseudocientíficos basados en falacias binarias y biologicistas marginan toda subjetividad alterna a la cisheterosexual, constituyendo así una jerarquización de lo humano que genera vidas precarias, vidas oprimidas, vidas que sufren la constante obstaculización del acceso a derechos humanos fundamentales.

Esta práctica y discurso patologizante de la alteridad tienen un impacto directo en las políticas públicas, en la legislación y por ende en la vida de las personas trans. Por eso es tan importante incluir a la comunidad en el diseño de políticas públicas y sanitarias que generen paradigmas respetuosos y no discriminadores.

Muchos discursos cis-heteronormativos siguen marcando a las poblaciones LGBTIQ+ como “anormales”, generando estigma en la diversidad de género.

La OMS solo eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales en 1990, pero incluso entonces siguió incluyendo la transexualidad bajo “condiciones relacionadas con la salud sexual”, reforzando la idea de normalidad/anormalidad bajo una concepción de “incongruencia de género”.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Bueno, en primer lugar: ¡nada sobre nosotrxs sin nosotros! Mientras seguimos pensándonos en diferentes esferas de la sociedad, asegurémonos también de incluirnos allí para poder trans-formar esos espacios que nos han dado tanta violencia. 

¡Y siempre – leamos y escuchemos voces trans, travestis y no binaries y acompañemos sus reclamos!

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